ESCRITOS DE MIS MAESTROS
- Ecos del arte
- 16 jul 2018
- 2 Min. de lectura
LA GUARDARRAYA
AUTOR:
SAÚL GÓMEZ MANTILLA
Artista Formador Creación Literaria
Colombia, 1978. Profesional en Estudios Literarios, Especialista en Creación Narrativa. Ha publicado los libros de poesía: Ideas de Viaje, 2003; Lección de Olvido, 2007; Rostro que no se Encuentra, 2009. El amor y la palabra, 2012. Áridos paisajes de la memoria, 2017. Las antologías: OPNI, Jóvenes Poetas de Cúcuta, 2002; La sombra y el relámpago, poesía viva de Norte de Santander, 2011. Palabras como cuerpos, poemas en memoria de Tirso Vélez, Edwin López y Gerson Gallardo, 2013.

MELANCOLÍA
Este extraño mapa que dibuja un alma
posee una rara geografía
ríos y montañas parecen huir
abandonar el centro y moverse a los extremos.
Pequeños fragmentos se desmiembran
como islas vagan en el interminable vacío.
En su centro un rostro emerge
resignado
contempla la disolución de sí mismo.
POIESIS
Hablar de poesía, intentar definirla, no sería acaso negarla tres veces, tirar la piedra y esconder la mano.
La poesía para subsistir, como esos extraños animales que habitan en cuevas o en lo profundo de los océanos, produce su propia luz, ella misma es su alimento.
Aquello que llamamos su inercia, su inmovilidad, es solo otro ritmo, otra velocidad en que el mundo se mueve, tan leve e imperceptible, que cuando nos toca, es imposible regresar al sueño.
LA LECTORA DE RIMBAUD
De atuendo oscuro
con maquillaje opaco
y pestañina que resalta sus ojos negros.
La lectora de Rimbaud,
con el libro abierto sobre sus piernas y la mirada distante,
imagina al joven poeta en su travesía de Charleville a Paris,
en su aventura por Abisinia.
Piensa en aquellos ojos azules
cavila en las palabras que parecen indescifrables,
raras imágenes que se pierden en el afán del día a día.
Quisiera ella tener una pequeña temporada
abrigar al poeta en su seno,
ser su amanuense y atravesar sus poemas,
aquellas palabras de un niño que despertó al mundo
para incendiarlo e iluminarlo con su poesía.
CORTEZA
Al árbol del Cují
Tal vez por la agresiva textura de su tronco
las formas caprichosas de sus ramas
y sus pequeñas hojas
es que este árbol
ha ido creciendo en mis recuerdos.
Se impone en áridos paisajes
donde el agua solo lo cubre como lluvia.
Parece haberse sembrado a sí mismo.
como rebelándose a la naturaleza y al hombre
sin fruto alguno
ni sombra que lo atesore.
Este árbol, extraño y deforme
semeja un viejo sabio
un ermitaño
que con su presencia
nos impele a la terquedad
como afirmando
solo aquello que es esquivo
vale la pena ser perseguido.
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